domingo, 20 de julio de 2014


 LA METÁFORA CONCEPTUAL
Cristina Soriano

La metáfora conceptual es un fenómeno de cognición en el que un área semántica o dominio se representa conceptualmente en términos de otro. Esto quiere decir que utilizamos nuestro conocimiento de un campo conceptual, por lo general concreto o cercano a la experiencia física, para estructurar otro campo que suele ser más abstracto. El primero se denomina dominio fuente, puesto que es el origen de la estructura conceptual que importamos. El segundo se denomina dominio meta o destino. Tal como se vio en capítulos anteriores (Cap. 1.1), existe la convención tipográfica de indicar los dominios conceptuales en versalita (DOMINIO) y las metáforas conceptuales mediante la fórmula EL DOMINIO META ES EL DOMINIO ORIGEN. Así, por ejemplo, la metáfora conceptual según la cuál conceptualizamos el tiempo en términos de dinero se denomina convencionalmente EL TIEMPO ES DINERO. Esta metáfora o “manera de pensar no literal” es responsable de múltiples expresiones en español (además de en otros idiomas), como ganar tiempo, malgastar el tiempo, ahorrar tiempo, robar tiempo, hipotecar tu tiempo oinvertir tiempo en algo. 
Es importante distinguir entre metáfora conceptual y expresión lingüística metafórica. Las metáforas conceptuales son esquemas abstractos de pensamiento que se manifiestan de muchas formas, entre ellas el lenguaje. Estas expresiones lingüísticas pueden variar de una lengua a otra, aunque la metáfora conceptual sea la misma. Por ejemplo, en español podemos decir que alguien ha hipotecado su tiempo, lo cual no es posible en inglés. Sin embargo la misma metáfora existe en inglés expresada mediante otras construcciones como ahorrar tiempo (‘save time’) o administrarse el tiempo (‘budget time’).  Una metáfora conceptual indica un conjunto de asociaciones sistemáticas – también llamadas proyecciones – entre elementos del dominio fuente y el dominio meta, así como un conjunto de inferencias que resultan posibles gracias a esa asociación. Las asociaciones entre elementos se denominan correspondencias ontológicas (p. ej., la persona que posee dinero se corresponde con la persona que dispone de tiempo) y las proyecciones de conocimiento, que nos permiten hacer inferencias, se denominan proyecciones o correspondencias epistémicas. Por ejemplo, una correspondencia epistémica en la metáfora EL TIEMPO ES DINERO es la que se establece entre nuestro conocimiento de que el dinero es valioso y nuestro conocimiento de que el tiempo también tiene valor. 



EL ORIGEN DE LAS METÁFORAS
Las metáforas conceptuales no son arbitrarias. Su aparición puede responder a varias causas. Según la literatura, la principal motivación de una metáfora conceptual puede residir en su base experiencial o en la percepción que hacemos de un parecido (en inglés resemblance) entre dos dominios (Grady 1999). Veamos estas dos motivaciones con un poco más de detalle. Una de las razones por las que numerosas metáforas conceptuales son comunes a muchos idiomas del mundo es que la asociación entre los dominios fuente y meta tiene una base experiencial. Esto quiere decir que los dos dominios co-ocurren de manera sistemática en las interacciones que establecemos con el entorno. Por ejemplo, el dominio del CALOR se utiliza para estructurar el campo del AFECTO en muchos idiomas (EL AFECTO ES CALOR), y por ello decimos que una persona “cálida” es una persona afectuosa, mientras que una persona “fría” no lo es. Otras muchas expresiones (en español y otros idiomas) explotan la misma asociación: caluroso aplauso, gélida acogida, comportarse con frialdad etc. La asociación probablemente se debe a una correlación entre el afecto y el calor en nuestras experiencias vitales más tempranas, cuando la sensación de afecto está sistemáticamente ligada a la experiencia fisiológica de tibieza procedente del cuerpo de la madre o el padre que abrazan a su bebé. Estudios experimentales recientes (ver sección 4) sugieren que esta relación temperatura-afecto es mucho más que un fenómeno del lenguaje y, tal como apunta la teoría de la metáfora conceptual, la asociación es automática e influye decisivamente en nuestra forma de percibir o concebir el mundo. 
La segunda motivación de las metáforas conceptuaaleses la percepción de un parecidoentre dos dominios. El parecido puede ser real y objetivo (en la forma o la función de dos cosas – por ejemplo entre la forma de un ratón y la del accesorio informático con el mismo nombre), o simplemente “percibido” (en inglés perceived similarity). Un parecido percibido es un parecido que construimos entre dos entidades objetivamente diferentes porque según nuestros modelos culturales tienen algún rasgo en común, o porque las metáforas conceptuales que ya poseemos nos invitan a ver una similitud 90entre ellos. Por ejemplo, los linces y las personas inteligentes tienen objetivamente poco en común, exceptuando un rasgo que se adjudica a ambos en nuestra cultura: el de ser astutos. Del mismo modo las ratas y las personas tienen poco en común, pero la poca estima que despiertan estos animales y su presencia en zonas sucias, unida a la existencia de una metáfora conceptual según la cuál lo inmoral se conceptualiza en términos de suciedad (INMORAL ES SUCIO) y lo moral como limpieza (MORAL ES LIMPIO), nos permiten conceptualizar y describir a las personas sin escrúpulos como “ratas”. 
PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS
Las secciones anteriores ya han presentado indirectamente algunas de las características más importantes de las metáforas. Por ejemplo, las metáforas conceptuales se caracterizan por ser un fenómeno cognitivo, no un simple accidente lingüístico, y por esta razón su presencia es ubicua dentro y fuera del lenguaje. En esta sección analizaremos algunas otras de sus características más relevantes.
3.1. Lo abstracto en términos de lo concreto y corporeización (embodiment) Tal como apuntamos en la sección anterior, una de las características más importantes de muchas metáforas conceptuales es que encuentran su motivación en nuestra experiencia senso-motora del mundo. Esto quiere decir que su aparición está mediada por las características del entorno en que vivimos y del cuerpo con el que lo percibimos, de ahí que digamos que muchas metáforas conceptuales están “corporeizadas” (p. ej., Gibbs 2006a). En general utilizamos información de un dominio concreto y perceptual para estructurar otro dominio más abstracto. Por ejemplo, los conceptos abstractos del BIEN y del MALdependen en parte de otros dos más concretos y sensoriales: la CLARIDAD y la OSCURIDAD (verlo todo negro, el lado oscuro de la Fuerza, ser un rayo de esperanza), posiblemente porque cuando hay claridad podemos desenvolvernos bien, mientras que en la oscuridad existen más riesgos. El TIEMPO, también una abstracción, se representa metafóricamente en términos de ESPACIO y MOVIMIENTO (¡cómo corre el tiempo!, ya se pasó el verano, se acerca la Navidad), algo más concreto que sí podemos percibir con los sentidos. La SIMILITUD se entiende en términos de CERCANÍA (demandas muy cercanas, posturas muy próximas), el CONTROL como posición ARRIBA (tiene poder sobre ella, está bajo su tutela, es superior a mí), y COMPRENDER en términos de VER (es muy oscuro hablando, ya veo lo que quieres decir). Otro ejemplo claro son las EMOCIONES, un fenómeno abstracto que conceptualizamos ayudados por dominios más concretos como la TEMPERATURA .



LA METÁFORA A NUESTRO ALREDEDOR
Además de la semántica y la psicología cognitiva, muchas otras disciplinas han adoptado el marco teórico que ofrece la teoría de la metáfora conceptual. Entre ellas cabe citar el aprendizaje y la adquisición de lenguas (Gibbs 1994, Johnson 1999, Özçalışkan 2007, Özçalışkan y Goldin-Meadow 2006, Piquer Píriz, 2005, 2008, 2010), el estudio de la lengua de signos (Grushkin 1998, Taub 2001, Wilcox 2000, 2004), la crítica literaria (Calderón Quindós 2005, Freeman 1995, Sánchez-García 2003, Steen 1994), el estudio de la gramática (Goldberg 1996, Panther, Thornburg y Barcelona 2009) y la filosofía (Johnson 1987). Otro ámbito de aplicación es la enseñanza de idiomas, donde se ha descubierto que en ocasiones las expresiones idiomáticas de una nueva lengua y los distintos significados de las palabra (polisemia) pueden aprenderse más fácilmente si se conoce su origen metafórico y, por tanto, la relación que existe entre ellos (Boers 2000, Boers y Demecheleer 1998, Boers y Lindstromberg 2008, Csábi 2004, Herrera y White 2000b, Hijazo Gascón 2011a, Holme 2004, Littlemore 2009, Littlemore y Low 200
CONCLUSIONES
La Teoría de la Metáfora Conceptual es una de las ramas de la Lingüística Cognitiva más estudiadas. Sin duda esto se debe a que la metáfora conceptual es un fenómeno fascinante con múltiples aplicaciones dentro y fuera del estudio del lenguaje, y que atrae por tanto a investigadores de muy diversas disciplinas. Una de sus aportaciones más importantes es el descubrimiento de que gran parte de lo que decimos tiene una base metafórica. Esto no quiere decir que sea creativo, sino que el significado de esas construcciones (sustantivos, verbos, preposiciones, expresiones idiomáticas, etc.) está basado en sentidos originales más concretos, físicos y en muchos casos sensoriales. La evidencia lingüística sugiere que la metáfora juega un papel fundamental en el cambio semántico y apunta a una naturaleza corporeizada del lenguaje. La Teoría de la Metáfora Conceptual nos descubre también que el lenguaje refleja asociaciones estables en nuestra representación de ciertos conceptos o dominios de conocimiento, y que estas asociaciones influyen en nuestra manera de pensar y percibir el mundo. La psicología experimental ha empezado ya a dar prueba de ello. La metáfora puede explotarse activamente con fines pedagógicos (por ejemplo en la enseñanza de idiomas), persuasivos (en publicidad, o en negociación) e incluso terapéuticos (Moix Queraltó 2006). Es además una herramienta útil para analizar los discursos que producimos y con los que nos enfrentamos a diario, como el discurso económico, legal, religioso o político. Gracias a ella descubrimos las asociaciones implícitas, quizá subconscientes, con las que representamos la realidad – nuestra realidad. 
La metáfora encuentra su motivación en la percepción que hacemos de un parecido o una correlación experiencial, pero el contexto cultural y la existencia de otros mecanismos cognitivos – como el pensamiento metonímico – son las circunstancias que constituyen el marco conceptual y social que constriñe esas causas. Esta naturaleza corporeizada y a la vez cultural de la metáfora nos permite explorar qué es universal y qué es específico en las representaciones que ofrecen los distintos idiomas del mundo, y avanzar de este modo no sólo en nuestro conocimiento del lenguaje, sino de la cognición humana. 






















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